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Jueves, 21 de noviembre 2024
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Álbum del año 2013

Misión Parroquial

Año de la Fe 2012-2013

Ahí está el poder de la fe. Dios ha hecho todo, ha hecho lo imposible, se ha hecho carne. Su omnipotencia de amor ha realizado lo que va más allá de la comprensión humana, el Infinito se ha hecho niño, ha entrado en la humanidad. Y sin embargo, este mismo Dios no puede entrar en mi corazón si yo no le abro la puerta. ¡Porta fidei! La puerta de la fe. Podríamos quedar sobrecogidos ante nuestra omnipotencia a la inversa. Este poder del hombre de cerrarse a Dios puede darnos miedo. Pero he aquí la realidad que aleja este pensamiento tenebroso, la esperanza que vence el miedo: ¡la verdad ha brotado! ¡Dios ha nacido! «La tierra ha dado su fruto» (Sal 67, 7).

PP. Benedicto XVI. Mensaje de Navidad 2012.

Señor Jesucristo,
Hijo de Dios vivo y Hermano nuestro,
te alabamos, te bendecimos, te adoramos y te damos gracias
por haberte quedado, durante todos los tiempos,
en la Eucaristía para acompañarnos,
alimentando y fortaleciendo nuestra fe.

Hoy nos envías de nuevo,
como enviaste un día a tus Apóstoles,
dándonos la misión de llevar a todos los hombres
el mensaje de amor y de misericordia
que dejaste en tu Iglesia.

Te suplicamos, Señor, que aumentes nuestra fe:
danos la gracia de saborear tus misterios
y de creer con renovada firmeza en Ti,
nuestro Dios, nuestro Amigo, nuestro Señor.
Que tu Caridad nos urja
para sembrar en los hombres tu Palabra
y encender así en ellos el fuego de la fe.
Somos limitados y pecadores,
pero te pedimos con sencillez y humildad de corazón:
haznos tus servidores y testigos de la Verdad.

Que el Espíritu Santo,
así como impulsó a los Apóstoles
a anunciar sin miedo el Evangelio,
nos dé fuerza y valentía
para confesar con nuestros labios
que Tú eres el Mesías, el Señor,
Único Dios vivo y verdadero,
que se hizo Hombre por amor al hombre;
que Él inspire nuestras palabras y obras para que,
anunciando tu salvación y dando testimonio de ti,
las personas que nos encontremos
crean en Dios Padre, en Ti, su Enviado, y en Espíritu Santo,
y así obtengan la Vida Eterna.

María, Madre de los Apóstoles,
Tú que tuviste y manifestaste
al Verbo de la Vida como nadie,
ampáranos en esta misión que Jesús nos encomienda
y haznos penetrar en los divinos misterios
que guardabas y vivías en tu corazón,
para que, llenos de fe y amor a Dios,
rompamos cantando a los hombres
diciéndoles que Dios les ama y les espera.
¡Que todos le conozcan, se llenen de su Vida,
y le den gloria, aquí en la tierra como en el Cielo!

Amén.

Charlas sobre el misterio de la Iglesia

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